Definiciones de la economía circular: La circularidad importa

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Pocos conceptos en sostenibilidad han sido tan populares e influyentes como el de la economía circular. El uso circular de los recursos es una de varias respuestas a la insostenibilidad del uso actual de los recursos, un problema clave en el desarrollo sostenible. La economía, como un subsistema abierto, está integrada en un sistema ecológico más amplio con recursos limitados (van den Bergh, 2001). Ambos sistemas son interdependientes (Costanza, 1991). El sistema ecológico proporciona los límites físicos de la actividad económica y el sistema económico afecta a las fuentes y sumideros del sistema ecológico (Goodland et al., 1992). La economía circular promete combinar aspectos de ambos.

Al cerrar los bucles, es decir, al utilizar los mismos recursos repetidamente, se utilizan los recursos de manera más sostenible. En su estado perfecto, una economía circular no requiere más recursos vírgenes (Figge et al., 2017). La simplicidad y la lógica de esta premisa han culminado en una avalancha de artículos académicos sobre la economía circular: de 99 artículos académicos hace diez años a unos 4.000 artículos en revistas académicas en 2022. Además, podemos ver su popularidad en la práctica, donde, por ejemplo, las empresas discuten con frecuencia los méritos de la economía circular en sus informes de sostenibilidad. En resumen, la economía circular es algo omnipresente en cualquier discusión sobre sostenibilidad.

Dada la cantidad de publicaciones y el interés de investigadores, profesionales y responsables políticos, no sorprende que los artículos de revisión que definen la economía circular sean muy populares: las revisiones y definiciones desempeñan roles importantes en campos de estudio en rápida expansión, especialmente porque proporcionan orientación y estructura. Ayudan a comprender en qué consiste un concepto y en qué se diferencia de otros conceptos relacionados. Desafortunadamente, dentro del ámbito de la economía circular, muchos artículos no cumplen este objetivo porque no definen correctamente el concepto.

En general, una definición consiste en dos partes: El término a definir (‘definiendum’) – por ejemplo, la ‘economía circular’ – y la definición de este término (‘definiens’) – por ejemplo, lo que significa la economía circular. Algunas reglas simples determinan si una definición tiene mérito. Las buenas definiciones consisten en las condiciones necesarias y suficientes que deben ser cumplidas. Solo entonces podemos decidir si algo pertenece (o no pertenece) al término a definir. Cuando se cumple una condición suficiente, algo pertenecerá al término – sin excepción. Una condición necesaria debe ser cumplida para que algo potencialmente pertenezca al término, pero no hay garantía de que lo haga. Una condición puede ser suficiente, necesaria o suficiente y necesaria.

Una señal de una buena definición es la ausencia de contraejemplos: mientras haya contraejemplos, la definición es defectuosa. De manera relacionada, las buenas definiciones no son ni demasiado amplias ni demasiado estrechas. Una definición es demasiado estrecha cuando no acomoda todas las instancias del definiendum. Por el contrario, si permite más instancias de las que pertenecen al definiendum, entonces la definición es demasiado amplia. En resumen, las buenas definiciones se centran únicamente en lo esencial mientras distinguen el término de otros conceptos relacionados.

Dentro del discurso de la economía circular, una de las definiciones más utilizadas es la desarrollada por Kirchherr et al. (2017). En su artículo, que utilizamos como ejemplo, los autores asumieron la ardua tarea de revisar las definiciones existentes de la economía circular. Luego utilizaron su análisis para proponer su propia definición, que dice:

“Una economía circular describe un sistema económico que se basa en modelos de negocios que reemplazan el concepto de ‘fin de vida’ con la reducción, reutilización, reciclaje y recuperación de materiales en los procesos de producción/distribución y consumo, operando así a nivel micro (productos, empresas, consumidores), meso (parques ecoindustriales) y macro (ciudad, región, nación y más allá), con el objetivo de lograr un desarrollo sostenible, lo que implica crear calidad ambiental, prosperidad económica y equidad social, en beneficio de las generaciones actuales y futuras” (Kirchherr et al., 2017: 224-5).

La definición de Kirchherr et al. (2017) no cumple con los criterios de una buena definición, ya que proporcionan criterios para la ‘economía circular’ que no son necesarios ni suficientes, como por ejemplo “reducir los flujos de recursos”. Además, su definición da lugar a contraejemplos. La mayoría de los académicos y profesionales considerarían probablemente que un sistema caracterizado por bucles completamente cerrados, es decir, que niega la necesidad de recursos vírgenes, refleja la economía circular, incluso si no cumple con los objetivos deseables de “equidad social”. En otras palabras, la “equidad social” no es necesaria ni suficiente, lo que indica una definición demasiado estrecha.

Al mismo tiempo, la definición de Kirchherr et al. (2017) es demasiado amplia. Investigaciones recientes, por ejemplo, han demostrado que la disminución de flujos de recursos puede llevar a una menor circularidad (Figge et al., 2021). Además, al estipular una reducción de flujos de recursos, la definición de Kirchherr et al. (2017) confunde la economía circular con otras estrategias de eco-eficiencia como la estrategia de “reducción de flujos de recursos” (Bocken et al., 2016). La definición de Kirchherr et al. (2017) refleja elementos de definiciones anteriores de gestión de residuos y desarrollo sostenible, es decir, conceptos relacionados pero conceptualmente diferentes.

Los criterios anteriores para analizar el mérito de una definición, es decir, aquellos relacionados con lo que es necesario y suficiente, constituyen un punto de partida lógico para desarrollar una definición de la economía circular en el futuro. Sugerimos cuatro características pertinentes:

En primer lugar, una economía circular estipula claramente bucles de recursos cerrados, eliminando la necesidad de utilizar recursos vírgenes. Este es un criterio tanto suficiente como necesario.

En segundo lugar, la optimización de los flujos de recursos, y su dirección, son criterios necesarios. En un sistema completamente circular, las salidas y entradas de recursos deben ser iguales. Por lo tanto, algunos flujos de recursos pueden necesitar ser reducidos mientras que otros pueden necesitar ser aumentados para asegurar que la oferta y la demanda de recursos preutilizados coincidan.

En tercer lugar, como criterio necesario, la economía circular siempre se distribuye en al menos dos niveles complementarios que siguen cada uno una lógica diferente. La circularidad de los recursos en sí misma se manifiesta a un nivel superior (por ejemplo, a través de un conjunto de empresas o industrias). Apoyando dicha circularidad están las actividades (por ejemplo, reciclaje, remanufacturación, etc.) en las que los actores (por ejemplo, empresas) se involucran a un nivel inferior. En otras palabras, una combinación de actividades a un nivel inferior crea circularidad a un nivel superior. Argumentamos que la economía circular es, por lo tanto, un concepto multinivel.

En cuarto lugar, y como una especie de advertencia, las leyes de la termodinámica y la inevitabilidad del error humano significan que es poco probable que la circularidad de recursos “perfecta” surja, y las nociones de tal seguirán siendo un concepto idealizado. También muestra que la economía circular por sí sola es poco probable que entregue un estado estacionario. En consecuencia, se requerirá una pluralidad de enfoques para reducir el uso de recursos económicos a un nivel sostenible.

Basándonos en estas cuatro características, definimos la economía circular de la siguiente manera:

“La economía circular es un sistema de uso de recursos a múltiples niveles que estipula el cierre completo de todos los bucles de recursos. El reciclaje y otros medios que optimizan la escala y dirección de los flujos de recursos contribuyen a la economía circular como prácticas y actividades de apoyo. En su forma conceptual perfecta, todos los bucles de recursos estarán completamente cerrados. En su forma realista e imperfecta, es inevitable algún uso de recursos vírgenes.”

La economía circular es vista por muchas empresas, formuladores de políticas e incluso investigadores como un “oportunidad que vale miles de millones” que reducirá el uso de recursos a un nivel sostenible mientras proporciona la base para el crecimiento económico futuro (Fundación Ellen MacArthur, 2013). Sostenemos que estas opiniones están aún más alimentadas por definiciones de la economía circular que carecen de precisión y que van más allá de lo que “cerrar bucles” puede lograr.

Llegar a un uso sostenible de los recursos ciertamente requerirá una pluralidad de conceptos, de los cuales la economía circular es uno. En otras palabras, como tipo ideal, la economía circular perfecta ignora las realidades del mundo real que evolucionan con el tiempo, mientras que en la práctica, la economía circular solo puede ser una de una serie de iniciativas orientadas a la sostenibilidad que se manifiestan aquí y ahora. Sin embargo, para entender el papel que puede desempeñar la economía circular, se requiere una comprensión clara de lo que es la economía circular. Una buena definición de la economía circular no solo ayuda a comprender lo que es la economía circular, sino que también delimita la economía circular de otros conceptos relacionados.

En la investigación, el progreso se logra tratando de falsificar lo que creemos que es cierto (Popper, 1959). Es con este espíritu que criticamos cómo se define con frecuencia la economía circular en la literatura actual. Nuestro artículo no es el comienzo ni el final de la discusión sobre cómo definir la economía circular. Esperamos que sea un punto intermedio que permita un progreso futuro.

Bocken, N.M.P., de Pauw, I., Bakker, C., van der Grinten, B., 2016. Product design and business model strategies for a circular economy. J. Ind. Prod. Eng. 33, 308–320.

Costanza, R., 1991. Ecological economics: a research agenda. Struct. Chang. Econ. Dyn.

2, 335–357.

Ellen MacArthur Foundation, 2013. Towards the Circular Economy. Economic and Business Rationale for an Accelerated Transition. Ellen MacArthur Foundation, Cowes, UK.

Figge, F., Givry, P., Canning, L., Franklin-Johnson, E., Thorpe, A., 2017. Eco-Efficiency of virgin resources: a measure at the interface between micro and macro levels. Ecol. Econ. 138, 12–21.

Figge, F., Thorpe, A.S., Manzhynski, S., 2021. Between you and I: a portfolio theory of the circular economy. Ecol. Econ. 190, 1–9.

Goodland, R.J., Daly, H.E., El Serafy, S., 1992. Population, Technology, and Lifestyle.

Island Press.

Kirchherr, J., Reike, D., Hekkert, M., 2017. Conceptualizing the circular economy: an analysis of 114 definitions. Resour. Conserv. Recycl. 127, 221–232.

Popper, K., 1959. The Logic of Scientific Discovery. Hutchinson.

van den Bergh, J.C., 2001. Ecological economics: themes, approaches, and differences with environmental economics. Reg. Environ. Chang. 2, 13–23.